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Aunque pensamos que las horas centrales del día son las más importantes para la protección solar, resulta que este índice lo es muchísimo más. Te explicamos la diferencia entre los diferentes niveles existentes, dónde mirarlo y cómo protegernos según cada caso.
Según van pasando los años, nos hacemos más conscientes del daño que puede hacer el sol en nuestra piel. Ya no nos tumbamos cuales lagartas al sol sin aplicarnos al menos un aceite en el cuerpo, ni salimos de casa sin antes añadir protección solar a nuestra rutina de ‘skincare’ diaria.
Pero queremos que te conviertas en toda una ‘pro’ en esto de cuidarte contra los perjuicios solares, y por eso hoy venimos a decirte que en lo que realmente te debes fijar es en el índice UV del día.
Por si no lo sabías, esta medición es la intensidad con la que los rayos ultravioletas del sol afectan a la Tierra. Sus niveles van de cero (aunque hasta cuando está nublado la luz se filtran por las nubes) a 11, y según cada uno de ellos, la forma de protegerse será distinta.
Es más imponte guiarse por este índice para protegerse del sol que de las famosas cuatro horas centrales en las que supuestamente no hay que exponerse. ‘La cantidad de luz ambiental no va siempre relacionada con el índice UV.
Saberlo es sencillo. Solo tienes que mirarlo en Internet o incluso puede venir incluido en aplicaciones como la de Tiempo de tu móvil. Lo que debes tener más claro es que la protección solar es imprescindible esté al nivel que esté el índice UV.
Si el nivel no pasa del dos, lo único que necesitarás hacer es aplicarte crema por todo el cuerpo. Sí, ¡incluso cuando está nublado! Y si la intensidad empieza a subir, necesitarás unas gafas de sol —a partir del tercer escalón— o hasta un sombrero —cuando se alcance el seis. Además, no es ninguna tontería quedarse en casa cuando la intensidad sea de ocho: es peligroso para la salud.
No obstante, la crema solar o el aceite no es la única manera de protegerse. Existe otra mucho más barata y efectiva: la ropa.
Recuerda que las consecuencias de no protegerse la piel del sol pueden ser catastróficas. Está ampliamente demostrado que el sol es el principal responsable del envejecimiento de la piel, por encima de factores como la genética.
Aunque también debemos tener en cuenta la fotocarcinogénesis. O lo que es lo mismo: las quemaduras en la infancia, en concreto en los 20 primeros años de vida, ya que son las responsables del 80% del cáncer de piel que vemos en la vida adulta.